Mi primer Día de la Madre

Carta a mí misma

No me lo puedo creer, hoy es mi primer Día de la madre. No sé en qué momento dejé de ser una niña a la que le encantaba levantarse pronto para ver Punky Brewster y leer los cuentos de Draculín antes de irse a dormir, para convertirse en  Madre. A veces, cuando estoy en la cama, pienso en cada decisión tomada, algunas parecían no tener importancia, pero ahora veo la repercusión que tuvieron en mí, en todos nosotros, como el aleteo de una mariposa. Todo me conducía a ti.

Lo cierto es que le tengo mucho miedo al tiempo, siempre pasa sin ser conscientes y no perdona a nada ni a nadie. Fue la Universidad, la ruptura con mi ex novio, ese verano con amigas en Granada, aquel nuevo trabajo como Logopeda… Parece que todo este tiempo he estado construyendo el camino, no sabía dónde me llevaba, pero ahora lo entiendo: Nada de esto hubiera ocurrido si hubiese sido en otro orden.

Es temprano y me despierta el teléfono sonando, es tu abuela que me felicita nuestro día:

– ¡Feliz Día de la Madre, hija!

Siento un hormigueo dentro de mi… Siempre había creído que este día lo celebraría radiante, con un vestido nuevo y el peinado terminado de hacer, pero lo cierto es que estoy agotada. Últimamente no tengo tiempo de arreglarme ni de cuidarme a mí misma porque tú, mi pequeño, necesitas toda nuestra atención. Anoche no pegaste ojo, no hubo manera de que durmieses y tu papá llegó muy tarde de trabajar. Quizás sea mejor celebrar este Día de la Madre en casa. Invitaremos a los abuelos a comer. Hoy inauguran un nuevo restaurante de comida japonesa y llevamos tiempo deseando que abran para probar el Ramen. Podemos pedirlo para llevar y que nos lo traigan a casa, ¡así tus abuelos también podrán probarlo!

Puede que este no sea el Día de la Madre que tantas veces imaginé, quizás no sea perfecto para muchos, pero ahora mismo, no hay nada que me apetezca más en el mundo. De una manera o de otra, tengo lo que más quiero a mi lado.»

¡Feliz día a todas las madres!